Theodor Reik, 30 años con Freud.

 El libro del discípulo de  Theodor Reik, publicado por Paidos, 1965, aporta a la historia del psicoanálisis, sus recuerdos del maestro Freud, el impacto sobre Dostoiesky, el humanismo judío y finalmente sobre la dualidad de vivir aislados  y en sociedad. Es una edición escaza la que llego a mis manos, de seguro el mercado bibliográfico reproduce esta obra a nuevas versiones. Los psiconalistas están escasos, el más brillante, Marco Aurelio Denegri se nos fue en el 2018, polémico, extraordinario, de talla universal, lástima que tuvo que desenvolverse en una sociedad mediocre, ese motivo de otro análisis.  

Ahora me quiero enfocar en estas memorias de Reik, donde señala que Freud era un observador excepcionalmente agudo, con un profundo respeto por los datos de los sentidos. En cuanto obtuvo Reik el título de doctor en filosofía, el estaba motivado a seguir medicina. Y fue Freud, el que lo motiva a seguir investigaciones de psicoanálisis.   Freud fue humano, claro un dios para mucho, era de poco hablar pero su memoria era fotográfica al momento de exponer, su cigarro,  con sus enojos contra la sociedad médica vienesa y su control emocional, aunque sabía que  el carácter estaba determinado esencialmente por el predominio de un impulso instintivo sobre los demás. Y repetía  a sus discípulos que era imposible gobernar, educar  y curar.  

En la Conferencia de 1910 manifestó que la abstinencia sexual  era una causas grandes de neurosis. De tal manera que el psicoanálisis era una fuerza renovadora. ¿Cómo llega a esas conclusiones?  Fácil, atendiendo críticamente a algo que parece tan insignificante. 

Los nazis estaban en su apogeo para la década de los 30, su obra psicoanalítica era contraria al pensamiento nazi y su vida judía  eran dispar a la tradición de Hitler. 

El psicoanálisis se vive no se capta de los libros.  

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